La iglesia donde Cristo es una mujer y todos son inmortales

Diana Romero
6 min readMar 5, 2021

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Captura de pantalla de uno de los videos dominicales

Cristo habla con acento caribeño, con voz pausada de infomercial y luce como personaje de telenovela. Tiene el cabello largo, castaño, cepillado, impecable. Usa trajes tipo sastre o blusas de colores claros. Pero esto no es todo: Cristo se dirige a sus seguidores mediante una transmisión satelital que llega a veintiún países de América y Europa, incluido Ecuador. Lo hace en directo, desde Houston cada domingo a las cuatro de la tarde. Aquí no hay misticismos, ni velas, ni crucifijos, ni túnicas, ni estatuas, ni nada que apele a una religiosidad tradicional. Aquí, hay un cristo con micrófono. Desde un estudio de televisión en Texas, Cristo habla para su congregación. Su imagen aparece en un fondo de sobrios azules y grises, parecidos a los de un noticiario. “Habla Lisbet, el pueblo presta atención, mi mente se transformó, tú eres el galardón”, dice un reggaeton/alabanza, mientras las setenta personas que están reunidas en ese lugar se levantan de sus sillas en medio del sopor de domingo por la tarde y se mueven despacio, sobre su propio sitio, siguiendo con recelo el ritmo de la música. Lisbet García es Cristo. Mejor dicho, “Cristo Lisbet” o “Madre”. Así le dicen quienes se congregan en la Iglesia Rey de Salem, ubicada en Esmeraldas 1711 entre Colón y Alcedo, en el centro de Guayaquil. El local, que por fuera luce más pequeño de lo que verdaderamente es, llama la atención por su fachada: en lugar de verse como una iglesia, muestra más bien una imagen corporativa, como si se tratara de alguna oficina. En la entrada está la foto de Lisbet en una especie de saludo militar, con dos dedos sobre su frente. “Cristo es una mujer”, se lee en letras grandes a un costado.

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No se puede hablar de Lisbet García, sin mencionar al puertorriqueño José Luis de Jesús Miranda, el fundador de la Iglesia Creciendo en Gracia hace casi 30 años. Eran marido y mujer. Entre las doctrinas más polémicas de esta iglesia está tatuarse el 666 por ser un “número de bendición” y referirse a él como “Jesucristo Hombre” pues para ellos Miranda era “la encarnación de Jesús en estos tiempos”. Pero había algo más grande: los fieles de Creciendo en Gracia vivían con la mirada puesta en el 30 de Junio de 2012. Esa era la fecha de la “gran transformación”, un evento místico y sobrenatural en el que “papi” (como hasta ahora varios se refieren a él) y todos sus creyentes tendrían un cuerpo incorruptible y podrían atravesar paredes. Pero ese día nada ocurrió y peor que eso, unos meses después Miranda enfermó de cáncer. Ahora Lisbet no solo es su viuda, sino la líder de un movimiento que contradice casi toda la enseñanza inicial de Creciendo en Gracia, que quedó fracturada a raíz de la muerte de Miranda, en noviembre de 2013. Para los seguidores de Lisbet, que antes eran seguidores de José Luis, “papi” es el anticristo. Sin “Jesucristo Hombre”, “Cristo Lisbet” no existiría. Y es por esto que el salón de reuniones de Creciendo en Gracia, ubicado en Clemente Ballén entre Av. Del Ejército y García Moreno, ahora luce tan vacío. “Muchos se han ido con Lisbet”, me dirá después Diógenes Barros, obispo líder de la iglesia del 666. Es miércoles por la noche y al “calqueo” de esa semana han ido poco más de 60 personas. No solo hay menos asistentes, sino que la imagen de José Luis de Jesús Miranda ha sido relegada casi por completo. El calqueo es una ceremonia –el equivalente a un culto evangélico- donde Martín Guío, líder colombiano de Creciendo en Gracia, de manera virtual desde el canal de televisión Telegracia, da su mensaje, presenta prédicas antiguas de José Luis de Jesús Miranda e invita a todos a cantar. Visitar este lugar en 2012, meses antes de la supuesta “transformación”, significaba encontrarse con la imagen de Miranda en cualquier punto: Miranda a la entrada, Miranda en posters sobre las paredes, los ojos de Miranda en la pantalla grande. Visitar este lugar en 2012 representaba escuchar alabanzas a José Luis, coreadas por centenares de personas, para las que el salón quedaba pequeño y los ventiladores abastecían poco. -¿Por qué la imagen y figura de “Jesucristo Hombre” ya no está como tan presente como antes? -Porque físicamente él ya no está. Ahora está en “luz inaccesible”, que es como decir “el más allá”, oculto de nosotros, y porque la imagen física puede acarrear idolatría. Diógenes Barros, que ronda ya la tercera edad y usa lentes oscuros, abrió la primera sede de Creciendo en Gracia en Guayaquil hace 27 años. El movimiento, que antes se extendía a casi 30 puntos en diferentes ciudades a nivel nacional, hoy también ha quedado disminuido en apenas diez, con pocos feligreses en cada uno. Lo mismo sucede en congregaciones de varios países del mundo, donde Creciendo en Gracia tenía presencia. “Mire ese testimonio que tuvimos desde Florida, una iglesia con apenas cuatro o cinco personas. Muchos se han ido con Lisbet”, repite Barros. Sus hermanas, que tenían 16 años asistiendo a su iglesia, también.

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En Rey de Salem, Gloria Andaluz recibe a los “bendecidos” en la puerta de entrada. Ella, que se encarga de distribuir material audiovisual a otras congregaciones de diferentes ciudades de Ecuador, asistió por 18 años a “la anterior dispensación” que es como se refieren a Creciendo en Gracia. Gloria tiene 64 años y una mirada encendida, que se ilumina sobre todo cuando describe la mayor ventaja de seguir a Cristo Lisbet: convertirse en un ser inmortal. No es inmortalidad espiritual. Ella, dice, jamás morirá porque ese es el gran regalo que les ha traído Cristo Lisbet, la primera inmortal. -La inmortalidad es algo tan real, tan palpable, que vamos a experimentar. La gente habla de comprar tumbas y aquí nosotros nos preparamos para grandes proyectos. -¿Y qué pasa si alguien de aquí muere? De cáncer o en un accidente, por ejemplo. -Pues si algo así ocurre, esa persona no estuvo siguiendo fielmente a Cristo Lisbet. Isaías Feijoo es líder de Rey de Salem en Guayaquil, aunque dentro de la comunidad se lo conoce como “colaborador”. En realidad, comparte el liderazgo con su esposa Marcia. Ellos son IsaíasMarcia, así como Gloria en realidad es JorgeGloria. Aquí, las parejas se llaman de esa forma porque, dicen, hombre y mujer hacen un “varón perfecto”. Cristo Lisbet también es MelquisedecLisbet, pues ella es la esposa de Dios y así se refieren a él. Melquisedec es Dios, Lisbet es Cristo y tiene su propia página web con todo el “argumento bíblico” que justifica esta afirmación: www.cristoesunamujer.com. Al igual que el resto de integrantes de esta congregación, Isaías también fue parte de Creciendo en Gracia durante mucho tiempo: desde que tuvo 19. Ahora tiene 40. También tiene las marcas: el 666 y la SSS, que se rechazan en esta “dispensación”. “Allá todo era “bonito”, porque al final todos éramos salvos siempre salvos” (SSS). No había pecado. Si teníamos un pequeño desliz, no pasaba nada. Acá nuestra madre no nos permite”, cuenta Isaías. Dice que siempre quiso “respetar a su esposa” y no lo hacía porque no tenía las fuerzas. Que lloraba, que se sentía culpable. “Mi esposa me estaba esperando, allí estaban mis hijas. ¿Por qué hacía esas cosas?”, recuerda ahora, mientras Marcia lo observa. La fuerza la encontró, dice, con Cristo Lisbet. Desde hace tres años y medio, Rey de Salem está en once provincias y 19 ciudades de Ecuador. En el mundo, hay congregaciones en Argentina, Bolivia, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, Estados Unidos, España, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Perú, Puerto Rico, República Dominicana, Venezuela e Italia. Cada domingo, durante la “fiesta del maná fresco”, el mensaje de Cristo Lisbet se emite desde ReyDeSalemTV. En la práctica, este culto mantiene la mecánica y la ritualidad de Creciendo en Gracia: reuniones semanales, mensajes emitidos desde un canal dedicado a su doctrina y por supuesto, la recolección de la “siembra”, que no es otra cosa que un diezmo o aporte voluntario. -¿Dónde va ese dinero? ¿Cómo se administra? -Es para la madre, se recoge en todas las congregaciones. Va a Houston.

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Las historias se repiten. Leonardo Jaramillo asistió durante 16 años a Creciendo en Gracia y hoy está con Cristo Lisbet. Los argumentos también se repiten: que esta sí es la verdad, que la transformación era una farsa mística, pero que la inmortalidad es certera, que José Luis torció la Biblia a su conveniencia y que Lisbet se apega a las escrituras para demostrar lo que dice. “Si antes nos culpaban de locos, ahora peor que decimos que Cristo es una mujer”, dice Leonardo, mientras de fondo suena un merengue/alabanza, que sale por un parlante con el volumen mal ecualizado.

(Publicado originalmente en Diario Extra, en junio del 2017)

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Written by Diana Romero

Periodista con curiosidades varias.

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